Indignado++

Ayer decidí pasarme por La puerta del Sol para sumarme a la triste indignación por la que tenemos que pasar los españoles que no trabajamos en ningún banco ni ministerio.

Desde la línea 1 de metro, conforme te vas acercando a la parada de Sol, vas notando un tímido y discreto ambiente de reivindicación. Empiezas a ver gente con mochila y bien equipada cuyos temas de conversación son su futuro en la incierta actual situación y oyes cómo planifican sus horas de manifestación para asegurarse de que siempre quede alguien del grupo presente de forma que no dé tiempo a que nadie piense en el abandono o cansancio en este movimiento.

Cuando sales de la boca de metro y giras la cabeza, inmediatamente te ves saturado de reivindicaciones que se encuentran en cualquier rincón al que mires. Quedas rodeado por papeles de todos los tamaños que parecen ser bocas con la voz no solo de cada español sino del mundo entero. Una saturación que empieza a cesar conforme vas andando y tu cerebro es capaz de filtrar la información y seleccionar con dificultad qué frase leer siendo consciente del ingenio que estás ignorando mientras lees una y dejas cientos de lado.

En cada paso por la plaza empiezas a sentir una mezcla de positivismo con cansancio que queda reflejado en la cara de quienes llevan allí 6 o más días. Mirando a la distancia, observas los andamios cubiertos de mensajes que parecen colgados por gigantes hartos de la situación. De un problema cuya magnitud no agota a los que pasan allí la noche. De un punto en nuestra historia que debe cambiar y que, quienes están allí, están dispuestos a luchar por ello.

Cuanto más inmerso estás en la plaza, más rodeado te encuentras de toldos, tablas, carteles, cámaras y gente que, como si estuvieran en stands de un feria, ante cualquier pregunta, siempre te atiende con una sonrisa y con las ganas de ayudar necesarias para crear la atmósfera ideal para permanecer allí: todo el mundo está dispuesto a ayudarte y apoyarte con todos los medios para que te sumes.

Paseando entre toldos, ves que lo que en principio era una sentada, se ha convertido en una pequeña aldea: parcelas bien divididas,  enfermería, biblioteca, huerto, guardería, carpintería, administración de alimentos, personal para el orden, zonas de placas solares, plaza para charlas... y una megafonía que mantiene a todos al día de cualquier novedad, anima y hace las peticiones de voluntarios para descargar, reparar, etc. Se trata de una pequeña sociedad en el centro de Madrid que depende de la voluntad de todos para mantenerse firme y luchar.

En los alrededores de la plaza, decenas de furgones y policías están preparadas para cualquier problema que pudiera haber. Lo malo es que el problema que hay, ellos no son quienes lo pueden resolver.

Mientras caminas observando, leyendo y fotografiando, notas como la gente ignora a la presencia policial. No se siente incómoda. Sabe que está en su derecho y que está haciendo algo que es necesario. La policía, cumpliendo con su trabajo, mira a la multitud y espera desde la sombra mientras charla con algún compañero sobre cualquier vanalidad. Simplemente: cubre sus horas de servicio.

El ambiente invita a la manifestación y te brinda la oportunidad de hacerte oír desde lo que ahora es el escaparate del malestar de todo un país. Entre carteles, voluntad, perseverancia y muchísimo optimismo, se ha creado la sede de las reivindicaciones de nuestro siglo en España. Una prueba más de que nadie nos puede callar y que el pueblo es quien debe decidir.

Con admiración hacia quienes están aguantando en la calle a pleno sol, me sumo desde la distancia a esta lucha por el sentido común.

Aquí dejo algunas fotos de ese mismo día.